La invasión de mosquitos, en particular del Aedes albifasciatus, está generando inconvenientes en el Área Metropolitana de Buenos Aires y la región central del país. Esta variante de mosquito, conocida como «mosquito de inundación», se caracteriza por su agresividad y preferencia por alimentarse de mamíferos, incluyendo a los seres humanos.
Expertos, como Sylvia Fischer del CONICET, señalan que estos mosquitos eligen hábitats propensos a inundaciones para reproducirse. La combinación de sequías anteriores y lluvias intensas en los últimos meses ha creado un entorno ideal. Fischer explica que las larvas eclosionaron simultáneamente, dando lugar a una alta población de mosquitos adultos.
Aunque nos encontramos en verano, el aumento no se debe únicamente a la estación; las precipitaciones después de una sequía prolongada han propiciado el desarrollo sincronizado. Estos mosquitos, originarios de áreas rurales, fueron trasladados a zonas urbanas por el viento y su propio vuelo.
Manuel Espinosa, biólogo especializado en entomología sanitaria, destaca que las condiciones climáticas actuales favorecerán la persistencia de mosquitos. El pronóstico del Servicio Meteorológico Nacional indica lluvias intermitentes seguidas de días soleados, prolongando la presencia de estos insectos.
Además del factor climático, Espinosa señala un componente humano. El mosquito Aedes aegypti, vector del dengue, también está presente. La eliminación de objetos que acumulan agua en entornos urbanos es clave para prevenir la proliferación de estos mosquitos.
Frente a la posibilidad de una nueva invasión este verano, Fischer considera poco probable otro evento de esta magnitud. El pico actual se debe a una sequía prolongada seguida de lluvias intensas. Aunque habrá algunas eclosiones tras las próximas lluvias, no se espera otro pico tan significativo.
En cuanto a la peligrosidad, Espinosa destaca que el Aedes albifasciatus puede transmitir encefalitis equina en caballos, aunque el riesgo para los humanos es bajo. Actualmente, el brote en el país es de encefalitis equina del oeste. Aunque existe la posibilidad de transmisión a humanos, no se ha observado en Argentina en este momento.