La Casa Rosada y la principal oposición buscan sacarle ganancia e instalar un relato favorable a lo que fue un andar electoral paupérrimo. Las urnas dejaron varios mensajes claves. La unidad con matices e imposiciones, no sirve. Las tormentas y la herencia, tampoco.
Neuquén, la primera contienda electoral del año – La Pampa sólo fue internas – dejó una serie de definiciones y lecturas claves para el derrotero de la disputa nacional y bonaerense. Claro, con los números puestos y la victoria del Movimiento Popular Neuquino con una amplia diferencia sobre el candidato kirchnerista y el macrista, es momento para que la Casa Rosada y la principal oposición realicen su estudio, y así lo hacen.
El devenir de la rosca y las reuniones será el encargado de demostrar quien logró tomar el mensaje de las urnas patagónicas para volcarlo en una propuesta a la ciudadanía.
Oficialismo y oposición tuvieron su primer test electoral en el que los votantes sentaron una clara posición. En lo que es la lectura macrista, casi el 75 por ciento le dijo “no” a Cristina Fernández. El mismo análisis PRO arroja un grave panorama para el oficialismo y su candidato que cosechó apenas 15 puntos. Es decir que con la misma vara el rechazo a Cambiemos fue de 85 por ciento.
Más allá de las lecturas de cada sector, que solamente buscan bajar el trago amargo y redireccionar las balas a su rival en la polarización, el andar electoral dejó varios mensajes. Desde el sentir de la crisis financiera y social, hasta la imposibilidad de avanzar en una propuesta firme con la sectarización latente por sobre la falsa proclamada unidad.
Los operadores del Instituto Patria sostienen, a capa y espada, que la senadora Cristina Fernández se mantiene al margen de las definiciones principales y se presta como prenda de consenso entre la dirigencia de cada distrito para lograr una lista que confluyan todos los sectores que sientan a Mauricio Macri como su rival.
El ejemplo, siempre es “como pasó en La Pampa”, donde el kirchnerismo cerró con el peronismo local, repartió la gobernación y los municipios para aprovechar la disputa entre la Unión Cívica Radical y el PRO.
El escenario de la interna pampeana es bastante diferente a la primera general del año. Si bien, el vaso medio lleno, es la manera en la que busca consolarse la oposición, lo cierto es que Neuquén se muestra como una piedra en el zapato para el modelo de negociación K que buscan imponer en el ámbito nacional y bonaerense.
Cristina en juego, como líder y promotora del consenso para unificar a Ramón Rioseco y el ultrakirchnerista Darío Martínez, no tuvo el andar esperado. La diferencia de casi catorce puntos con el vencedor Omar Gutiérrez echó por suelo la instalación de un nuevo mensaje de fin de ciclo macrista fogoneado desde antes del inicio del escaño patagónico y que sería la punta de lanza para los armados posteriores.
El kirchnerismo buscó celebrar goles antes de concretarlos y a la hora de la verdad, quedó demostrado que la conducción de CFK no es material que garantice una victoria o una disputa cabeza a cabeza. La unidad con matices e imposiciones, llevaron a la oposición a pasar de esperar una derrota ajustada a caer con crudeza por casi quince puntos. Tal como ocurrió en 2017 en las legislativas bonaerenses.
En las filas de la alianza oficialista el cachetazo tuvo menor impacto, o así buscaron reflejarlo mientras celebraron un tercer puesto a 25 unidades del ganador. Es que, el verdadero festejo fue el pronostico entre un estrecho andar del MPN y Unidad Ciudadana no existió.
Mauricio Macri no hizo ninguna referencia a los comicios neuquinos en las dos reuniones de Gabinete que tuvo en la mañana del lunes. A María Eugenia Vidal y su equipo, les pidió instalar la idea del cambio cultural. Con su séquito de funcionarios, se centralizó en la gestión. El golpe era esperado y buscan salir ilesos al punto de obviar lo ocurrido, que sea un recuerdo y ya.
A pesar de ser una derrota asumida, la estrategia previa tuvo la intención de levantar los números y que la diferencia no se extienda por casi 25 puntos al vencedor como finalmente ocurrió. La ministra con mejor imagen del momento, Patricia Bullrich (Seguridad), se hizo presente para acompañar a Horacio “Pechi” Quiroga, también se borró todo vínculo con un Macri que cae en los sondeos de opinión pública, pero la caída no tuvo fin y el rechazo a un modelo económico que no sale de las “tormentas” se sintió con fuerza.
Por caso, el rechazo a los candidatos señalados de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se sintió. En comparación con su andar en 2015, Rioseco perdió casi 12 mil votos y 5 puntos porcentuales. Mientras que Quiroga descendió también 5 por ciento y el apoyo de casi 15 mil neuquinos.
El primer test electoral ya pasó. Ahora, la pelota la tiene el oficialismo y la oposición, hasta el 22 de junio (cierre de listas) tienen tiempo para demostrar capacidad de recibir el mensaje y dar un giro en las estrategias o agrandar el rechazo generalizado.